“¿Quién fue Lautaro? Fue un taller operativo masón. El error de muchos historiadores masónicos y antimasónicos es que no hablan de las logias operativas. Son eminentemente políticas. No son las logias de formación espiritual y cultural (...) A veces aparecen, en momentos excepcionales, logias operativas que se caracterizan por tener un solo objetivo político”.
“La logia Lautaro tuvo un fin exclusivo: el cruce de los Andes. Había muchos planes para enfrentar al imperio español y derrotarlo. Uno de ellos era cruzar los Andes, tomar por la espalda, liberar la capitanía de Chile y seguir al Perú. El objetivo era no ir a la lucha frontal contra el poderoso ejército español que venía desde el norte, ya que no estaba preparada”. (1)
“(...) Mientras las logias simbólicas funcionan como centros iniciáticos (en términos más sencillos de estudio y formación personal), las operativas son creadas con un fin y objeto determinado".
"(...). Las logias operativas (...) desarrollan su actividad dentro de un período de tiempo determinado, cesando luego en su acción”.
“La masonería no es ajena a la realidad de su tiempo. No mira pasar los hechos sino que trata de influenciar en los mismos".
"Pero esa participación masónica desde el siglo XIX se ha realizado a través de logias o talleres operativos cuya característica es la de tener una vigencia determinada en el tiempo, que se mide en relación con el cumplimiento del objetivo”. (2)
“Fue durante la navegación que tuvo lugar mi iniciación (...) esta ceremonia se celebró el veinticuatro de junio, día de San Juan (...) No se me ocurrió que a bordo hubiese una logia. Fui introducido en ella con todas las ceremonias rituales: el local era el camarote del segundo comandante (...), la hora las doce de la noche, todos dormían a no ser los centinelas que corrían la palabra: otro camarote estaba destinado a cuarto de reflexiones: cuando me desvendaron, después de prestar el juramento de orden no fue poca cosa mi sorpresa al verme rodeado de los que eran a bordo mis mejores amigos: todos con sus espadas desenvainadas y asestadas a mi corazón (...) Así éramos nueve los individuos que componíamos la sociedad (...) Esta había salido instalada desde Cádiz como las restantes (...)". (3)
Cuando se refiere al segundo comandante, dice que su adquisición fue muy útil:
“(...) Porque como tenía autoridad a bordo le era fácil proporcionarnos los medios de reunión sin que esta se sospechase. Aquella noche se cerraron los trabajos celebrando un día tan clásico como lo es el de San Juan (...) con una cena abundante (...)”.
“No tardé mucho en imponerme de la liturgia, palabras, signos y símbolos: quedé hecho cargo de la secretaría. Todos los miembros entonces existentes teníamos el título de fundadores: la sociedad se denominaba Logia Central de la Paz Americana del Sud".
"El objeto de esta asociación, como más adelante se verá, era el de dar dirección a todos los asuntos públicos; y al efecto las adquisiciones que se hacían recaían siempre en personas de capacidad e influjo por su posición social, y más particularmente por su rango en el ejército, y que pertenecieran al partido liberal. En Cádiz existía otra compuesta de personas notables que iniciaba a los oficiales de ultramar que más sobresalían por sus principios liberales e ilustración. El partido liberal perseguido a muerte por Fernando pretendía de este modo formarse una nueva patria en América, si se veían obligados a abandonar la península para evitar los furores de aquel déspota sanguinario. Pero la sociedad en la que yo acababa de entrar era independiente de aquella aunque relacionada entre sí y con miras idénticas (...) Más adelante tuve ocasión para conocer todo el partido que el gobierno de Buenos Aires pudo sacar de la sociedad de la que acabo de hablar”.
“Nuestra sociedad secreta de Montevideo incrementó de un modo considerable e hizo adquisiciones entre los hijos del país de más nota adictos a la causa de la independencia. Esta reunión tomó una nueva denominación, la de Caballeros Orientales: la mayor parte de los individuos del Cabildo fueron iniciados”.
“Aquí he establecido una logia para servir de comunicación con Cádiz, Filadelfia y esa (se refiere a la de Caracas). Si Ud. no puede desde esa comunicarme lo que ocurra directamente a Buenos Aires, puede hacerlo por la vía de Londres (...)”.
En uno de sus artículos, la revista Símbolo publica:
"Según la tradición la logia de los Caballeros Racionales fue iniciada en Cádiz. Pero dado que (...) por las cartas del General Carlos de Alvear, la logia gaditana tenía el Nº 3, la de Caracas el No 4, y la fundada en 1811, en Londres, el No 7, es posible que las números 1 y 2 fuesen las de Bogotá (Colombia) y la de Filadelfia, respectivamente. Quedaría no obstante el interrogante sobre cuáles eran las que poseyeron los números 5 y 6. Posiblemente uno de esos números correspondiese a la de México".
Parece que en Veracruz y en la Habana existían otras logias similares (Canter, 1942).
“(...) San Martín fue el sucesor de Beresford y de Whitelocke, o, para ser más preciso, el jefe de la tercera invasión inglesa del Río de la Plata”.
“La tesis central que Sejean expone consiste en afirmar que el largo proceso de emancipación hispanoamericana, y en particular de la Argentina, Chile y Perú, respondía a un elaborado Plan Continental de origen y al servicio inglés, ejecutado por mercenarios a su servicio en tierras americanas”. (4)
“Sería sensato, sin embargo, reflexionar con seriedad sobre la confluencia estratégica entre el interés expansivo de la potencia inglesa y el afán independentista de los hombres de América y cómo, a partir de este hecho objetivo, fueron posibles algunos circunstanciales y específicos reconocimientos mutuos”.
“Después de la reconquista de Buenos Aires, Beresford, prisionero en los círculos sociales criollos que frecuentaba, habló más de una vez a los nativos de futura independencia”. (5)
Desde el año 1807 circulaban pasquines y mensajes inquietantes desfavorables al régimen español. Durante el año 1809 aumentó la preocupación del Cabildo por la reunión de facciones revoltosas y por la existencia de masones. La presencia de extranjeros resultaba inquietante, así como la difusión de las ideas revolucionarias francesas y su declarado afán de promover la libertad de todos los pueblos. La propaganda de Miranda también dio buenos resultados.
Una de las opiniones más difundidas es que los primeros talleres masónicos se debían a la ocupación inglesa de 1806, pero por aquella época se desconocía la existencia de una logia más antigua denominada San Juan de Jerusalén de la felicidad de esta parte de América, la cual contaba con algunos miembros pertenecientes a la aristocracia colonial, aunque su existencia fue puesta en jaque por las denuncias e investigaciones de las autoridades de la Corona española. Al respecto, resultaba crucial la fidelidad a los juramentos asumidos, y San Martín le responde al General Miller sobre Lautaro:
"No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires, estos son asuntos enteramente privados y aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América, no podría manifestarle sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos" (...) "A propósito de logias, sé a no dudar que estas sociedades se han multiplicado en el Perú, de un modo extraordinario".
Cita Canter que, en la logia Lautaro:
"Se guardó siempre la mayor reserva y jamás se permitió sacar copias de los estatutos, si no era en los casos de fundación de otras logias en los pueblos donde alcanzaba la influencia re-volucionaria. Siempre se ejerció la más severa disciplina y los miembros del gobierno eran los más sumisos observadores de sus reglamentos, a este vigor debió su gran prestigio y contuvo muchas veces el desborde de las pasiones y el espíritu anárquico que dominó en toda esa época en que la heroica Buenos Aires luchó no solamente contra el enemigo común, sino contra el repugnante desenfreno de las ambiciones personales".
“Ya en Buenos Aires los viajeros (Alvear, Zapiola, Chilavert, entre otros) se pusieron en contacto con el doctor Julián B. Álvarez, Venerable Maestro de la logia Independencia, quien los orientó en sus primeros pasos introduciéndolos en la sociedad porteña y facilitándoles los elementos que los ayudarían en la formación de la logia Lautaro, cuyo primer Venerable Maestro fue Alvear”. (7)
Señala Iriarte que en una época posterior es convocado a una reunión con Julián Álvarez por encargo del Director Pueyrredón, desconociendo que la misma estaba vinculada al hallazgo y recupero de un expediente elaborado por la Inquisición de Lima sobre las actividades masónicas en Perú:
"Me causó esto una gran alarma, porque Álvarez sabía yo, que era el Venerable de la pequeña logia, y a más de redactar la Gaceta, único periódico que entonces se redactaba en Buenos Aires, papel que no se ocupaba sino de ensalzar la administración y vilipendiar a sus enemigos, Álvarez desempeñaba el cargo de oficial mayor del ministerio de gobierno y en aquel momento (...) yo sospeché alguna delación (...)".
Pero le advierten:
"Es para tratar sobre la logia del Perú a que has pertenecido: no tengas cuidado y háblale con franqueza, porque Álvarez es también masón".
“La mayoría de los historiadores coinciden en que a fines del siglo XVIII el venezolano Francisco de Miranda fundó en Londres una logia masónica llamada La Gran Reunión Americana para conspirar a favor de la independencia de las colonias españolas. Esta logia, que supuestamente obedecía a la Gran Logia de Londres, luego se expandió en España tomando el nombre de Sociedad de los Caballeros Racionales. Casi todos los próceres de la independencia americana habrían pertenecido en algún momento a ella o a sus sucesoras” (8)
"En Cádiz se había iniciado un próspero núcleo, con gran número de afiliados (...) En esta asociación, posiblemente filial mirandista, se habían afiliado San Martín, Alvear, Zapiola y el propio José Miguel Carrera" (político y militar chileno, prócer de la emancipación y destacado participante en las guerras de independencia).
"Mas Cádiz, baluarte defensor contra los josefinos, se hallaba amenazada entre tanto tejer de intrigas dinásticas (...) Hasta se sospechaba de tratos con los afrancesados; ante tal peligro los americanos formaron sociedades secretas, para decidir sobre la suerte del nuevo continente. Al mismo tiempo proclamaban públicamente que si España sucumbía, las Américas serían libres para disponer de sus destinos".
"En su propia casa (...) el teniente de carabineros reales, don Carlos de Alvear, había instalado un núcleo en el cual, según un testimonio de la época se reunía "la flor de los americanos" (...) Su finalidad era mirar por el bien de la América y de los americanos (...) San Martín mientras cumplía sus compromisos militares habría delegado en Alvear el enrolamiento de prosélitos y su iniciación".
"La iniciación exigía una sangría y además que el neófito penetrara con los ojos vendados. Golpes y fórmulas litúrgicas respondían a los llamados a la puerta del taller. Pasos y juramentos ante una espada completaban la iniciación".
"Luego se le informaba de las señas para la individualización partidaria. Seña de conocimiento: la mano sobre la frente y luego la bajará a la barba, ante igual correspondencia, las palabras: Unión y beneficencia. Socorro en lance de guerra: Levantar tres dedos de la mano y decir: A mí los de Lautaro".
"Esta Sociedad se llama de Caballeros Racionales, porque nada es más racional que mirar por su Patria y sus paisanos".
(4) Símbolo, Revista de cultura y opinión, Año LI, Número 63, abril/mayo de 1998, en el Equinoccio de invierno, Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
"El contrabando se hallaba ampliamente organizado y si bien fue representación de la corrupción administrativa imperante, no puede negarse que fue fuente de progreso para la colonia. Volviendo a los subterráneos, nos permitimos agregar que las comunicaciones bajo tierra de los locales eclesiásticos han sido motivo de manifestaciones aventuradas. Acontece algo semejante con la pretendida red de las logias masónicas y de otras sociedades secretas".
"En Filadelfia y otras ciudades del Este de los Estados Unidos existía desde fines del siglo XVIII una sociedad patriótica denominada Sociedad de Tammany, que en ciertos aspectos era similar a la Sociedad de los Caballeros Racionales. Tammany era el nombre de un cacique de la tribu de iroqueses de Delaware que había negociado un tratado de paz con el cuáquero William Penn, uno de los primeros colonos ingleses y fundador de Pensilvania. Tammany era una especie de Lautaro norteamericano. A partir de 1813 la Sociedad de Tammany pasó a llamarse la Orden de los Hombres Rojos y aunque ninguno de sus miembros era piel roja, adoptaron una simbología y ritos nativistas. No se trataba de una logia masónica pero muchos de sus miembros eran masones (...). Su credo político no sólo era revolucionario y republicano (inspirado en las ideas de Thomas Paine) sino también ecuménico, lo que los llevó a apoyar con entusiasmo la Revolución Francesa. Este mismo ecumenismo también hizo que los Hombres Rojos apoyaran decididamente la independencia de las colonias españolas".
Sobre Miranda y Gran Reunión Americana, dice Canter (1942, op. cit.):
"Se sirvió del instrumento de una asociación secreta, para obtener una acción concertadora y perfeccionar la tarea revolucionaria. Tal fue el origen de la logia de los Caballeros Racionales o Gran Reunión Americana, comúnmente denominada logia Lautaro, con ciertos ribetes de sociedad de los iluminados y en el fondo un gran oriente".
"Lograba así un mayor sigilo y rápidos resultados en las decisiones. Sus miembros quedaron aherrojados por el compromiso del juramento. Una Comisión reservada estrechaba aún más el círculo y el secreto. A medida que el tiempo transcurría los afiliados fueron en aumento. Numerosos agentes mirandistas esparcidos por América se encargaron de extender los principios de la logia que se hallaban concretados en la independencia americana. A dichos efectos, se preocuparon de la difusión de obras de autores franceses como Voltaire y Rousseau que debían contribuir a crear el clima de la revolución".
"La logia mirandista no ha dejado constancias por escrito, no debió tener actas y a los efectos de la seguridad todo debió ser verbal, como ocurrió con la Lautaro argentina, de la cual se conoce un solo documento emanado de su seno; más una serie de testimonios no consienten dudas de su existencia".
Al igual que Lazcano, discrepa con Antonio Zuñiga (1922, La logia Lautaro y la independencia de América):
"No acierto con los fundamentos en que se asienta Zúñiga para sostener que tanto la Lautaro, los Caballeros Racionales y la Gran Reunión Americana, constituían tres talleres distintos que fueron el trípode sobre el cual se asentó la Gran Logia Regional Americana".
"Zúñiga un tanto aventuradamente ha expuesto que la logia mirandista adoptó el rito moderno francés, que aceptaba tres grados simbólicos: aprendiz, compañero y maestro y además dos superiores o dogmáticos: Rosa Cruz y Kadosch. Agrega después que la disposición de esos grados permitían trabajar en las altas cámaras a los adeptos. Más todo ello se hallaría en contradicción con lo asegurado por algunos testimonios dignos de ser considerados como el de O'Higgins, quien asegura que en la Gran Reunión Americana, existía una Comisión de lo Reservado".
Coincide en este punto Lazcano (1927, op. cit.) cuando señala:
"O´Higgins nos dice en su trunca Memoria, que en la Gran Reunión Americana existía una Comisión de lo Reservado, en la cual se trataban los asuntos que, por secretos, no podían revelarse al común de la Gran Reunión".
También advierte Lazcano:
"Sin antecedente alguno que lo justifique, se ha dado en sustituir el Gran Reunión Americana por las denominaciones Gran Logia o Gran Oriente Americano. Corresponde, pues, demostrar que en Londres solo existió como sociedad americana y única directriz la conocida por Gran Reunión Americana y que subsistió hasta (...) 1810".
Lazcano continúa:
"Fundados en el error de la coexistencia en Londres en 1811 y 1812 de esa Gran Logia o Gran Oriente con pretendida jurisdicción sobre los Caballeros Racionales", según cita a Zuñiga, "la palabra semestral que regía tanto en las logias de Cádiz, Madrid, como en las de Buenos Aires, era enviada por el Gran Oriente de Londres".
"Eso acusa una crasa ignorancia sobre la organización de esas sociedades en primer lugar; y en segundo, no teniendo la Gran Reunión Americana organización masónica, ni Miranda se dio el título de Gran Maestre, ni su comisión consultiva, (Comisión de lo Reservado, según O'Higgins), se atribuyó el de Supremo Consejo".
"La Gran Reunión Americana dentro de su finalidad: reclutamiento de hombres hábiles para la campaña libertadora de América, y por la educación netamente revolucionaria que infiltraba a los afiliados, no solo la alejaba de todo contacto ritualístico masónico, sino que se aproximaba en su proceso interno al usado por los Carbonarios, tanto en su organización como en el uso de algunos términos del léxico masónico".
También persiste la discusión sobre un supuesto quinto y último grado que, según afirma el general Zapiola, recibieron los patriotas en Londres en 1811.
Dice Lazcano:
"Las no justificadas denominaciones Gran Logia y Gran Oriente Americano y la teoría de los tres organismos independientes y distintos socialmente, han servido de fundamento para la pretendida subsistencia en Londres, en 1811, de un cuerpo mirandista que confiriera un último quinto grado a varios patriotas argentinos. (Declaración del General Zapiola, y aceptada por el General Mitre y otros)".
Para esa fecha, Miranda ya había partido hacia Venezuela junto con Bolívar. Lazcano niega cualquier proceso de iniciación masónica dentro de la Lautaro y la existencia de un quinto y último grado, ya que la sociedad instruía paulatinamente a sus afiliados en los fines que perseguía y los juramentos expuestos por el ex Gran Maestre y Soberano Gran Comendador Emilio Gouchón (1910, Organización masónica en la independencia de América) eran exclusivamente de tipo político-militar.
Sostiene Lazcano:
"El individuo se sometía moral y materialmente a las exigencias de acción, para la cual hubiera sido considerado apto. No había iniciación de más misterios que el que se desprendiera de las comisiones que se confiaran. No existía, por lo tanto, proceso de iniciación masónica".
Sí existía una Comisión de lo Reservado, mencionada por O´Higgins, donde los más aptos y confiables accedían a los planes secretos.
"Se les asigna a todas las sociedades secretas americanas un linaje francmasón, lo que significa para mí un juicio falaz. Debemos distinguir congregaciones, sectas, fórmulas y ceremonias. Pudieron existir semejanzas de modalidades, régimen directivo, ceremonial, métodos propagativos, es decir, lo que podríamos denominar las formas externas, el ropaje, la técnica, más nunca una esencia ritual (...)".
"Incuestionablemente la masonería fue una base originaria que pudo hacer aflorar ideas y núcleos. No debemos olvidar que los intereses comerciales de los mercaderes y fabricantes de las ciudades de Liverpool y Birmingham se hallaban casi en manos de la masonería inglesa. Además Inglaterra había colocado representantes en casi todos los puertos de América, más o menos encubiertos que constituían verdaderos agentes a los efectos del contrabando, introducción de negros y operaciones en diversos ramos. Se explica el centro revolucionario de Cádiz, si nos atenemos a que en dicha ciudad los ingleses habían instalado la dirección de sus relaciones mercantiles con América, a base de un reglado contrabando de permisos, arribadas y concesiones. Las logias cunden y tienen sus focos principales en los puertos; entre los mercaderes y marineros prende fácilmente la masonería. Sus espíritus utilitarios los conduce a la indiferencia religiosa y los hace adaptables a las nuevas ideas. Por otra parte (...) los tratos con razas y países diferentes como la necesidad primordial de una ayuda, en las arribadas o entradas a puertos, los tornaba en campo fértil para la masonería".
"La constitución de 1812 promulgada por la Cortes de Cádiz, fue la concreción de estos ideales, siendo durante muchos años el breviario de casi todo liberalismo, de algunas otras aspiraciones y hasta de ciertos carbonarios. Muchas sociedades secretas la tuvieron por pabellón, en los días angustiosos de la restauración del absolutismo".
Coincide y concluye también Lazcano:
"Cádiz, como puerto y plaza comercial por excelencia de España en aquel entonces, y por su situación puerta de salida y de entrada casi forzosa para los americanos, fue sitio elegido para el establecimiento de una logia, como la principal de España".
“Visto que traicioneras conspiraciones se han ido desarrollando en combinación con personas relacionadas con el Gobierno de Francia, con el objeto de conculcar las leyes y al gobierno (...) y desde el momento en que en persecución de dicho designio, diversas sociedades han ido siendo establecidas desde hace años, de naturaleza peligrosa y contraria a la tranquilidad pública (...) y teniendo en cuenta que los miembros de las mencionadas sociedades han prestado juramento y adquirido compromisos de fidelidad y secreta reserva, usando signos secretos de reconocimiento (...) con el objeto de mantener influencias sobre amplios grupos de personas (...) y considerando que es necesario que dichas sociedades, y todas las sociedades de similar naturaleza, deben ser enérgicamente suprimidas por constituir combinaciones y confederaciones ilegales”.
(12) La masonería ejerció una gran influencia en la revolución francesa, en su expansión y en la lucha contra la tradición política y religiosa. Napoleón reorganizó la masonería y permitió el funcionamiento de las logias, pero con restricciones, dice Canter (1942, op. cit.); y agrega: "Estas eran controladas por medio de elementos de confianza y funcionarios especialmente destacados del servicio secreto", por ejemplo, Fouché. Resulta que la masonería "en la época de la invasión era un caos" y "se había extendido como cáncer entre los oficiales del ejército, que fundaron logias en los regimientos".
En cuanto a España y sus colonias, sostiene el autor en algunos pasaje de su obra:
"Napoleón se había ocupado personalmente de la organización del nuevo reino en el afán de lograr no solo la metrópoli, sino sus colonias de América y Asia. Se ocupó hasta de las propias autoridades y confirmó a Liniers en el cargo de virrey del Río de la Plata. Persiguiendo su política contra Inglaterra quería asegurar el continente americano, antes que sus rivales los ingleses llevaran a cabo cualquier intentona".
"Napoleón (...) había enviado a la América española agentes para ganarse la buena voluntad de dichas regiones. Quiere decir que existía un plan madurado (...) Además una serie de emisarios y comisionados secretos napoleónicos llegaron a América (...) los cuales en ciertas partes fueron elementos iniciadores de agrupaciones y centros revolucionarios".
Luego:
"La invasión francesa redobló el espíritu liberal español y esparció las sociedades secretas en la península (...) Estas sociedades y logias francesas habían pretendido reclutar prosélitos en América (...) Ser de la masonería al comienzo de la invasión (...) era una semiprueba de adhesión a la causa de los franceses. Estos protegían y extendían las logias en los lugares ocupados por sus tropas".
Anexo documental
"(...) Fue preparando la revolución del año 1810, para lo que atrajo a su seno la mayor parte de los jefes que mandaban cuerpo, y todo siguió su dirección hasta el año 1812, en que llegaron de Europa San Martín, Alvear, Zapiola, Chilavert, que traían encargo de establecer la Sociedad de los Caballeros Racionales, cuya fundación había sido hecha en Santa Fe de Bogotá. Esta Sociedad tenía el solo objeto de promover la independencia de todas las secciones de la América española, y unirse de un modo fuerte para repeler la Europa, en caso de ataque. A esta Sociedad (que en realidad en Buenos Aires se la conoce como logia Lautaro) se incorporaron todos los masones, y toda la parte civil, militar, eclesiástica y el comercio, y se ramificó con tal velocidad que ya nada se hacía en las provincias sin que fuese acuerdo de ella. Mas era preciso que sobreviniera un mal por pretensiones y así sucedió. Alvear quiso andar más adelante y pidió se le dejase hacer, después quiso también marchar al Perú y ese fue un tropiezo que trajo un desquicio, y la Sociedad suspendió sus trabajos, por haberse desbaratado. San Martín que era el Venerable, y no estaba en Buenos Aires (en aquel momento se hallaba en Mendoza), (...) volvió a reorganizar a la Sociedad. Esta hizo que se reuniese el Congreso de Tucumán, y declarase la Independencia, y nombró a Pueyrredón, Director, mas este no pertenecía a la Sociedad y en Buenos Aires no querían recibirlo. Entonces fue San Martín a Córdoba y en ese punto consiguió que Pueyrredón se incorporase a la Sociedad y fue reconocido. Es entonces que se ejecutaron inmensos trabajos para asegurar la independencia, y entre otros se hizo la expedición a Chile; pero sobrevino la re-volución del año 20, y la Sociedad se concluyó, pero se conservó en Chile hasta la caída del Venerable O'Higgins (...)".
Fuente: Revista Histórica publicada por el Archivo y Museo Histórico Nacional (Uruguay), Tomo V, 1er. Trimestre de 1912, № 15, páginas 255-259. Publica la carta del General Martínez, que también fue reproducida por la revista Símbolo, Año XXIV, junio de 1970, Nos. 71 y 72, páginas 186-192, texto incluido en el artículo San Martín, el hombre de las Logias.





