6 de diciembre de 2025

Logias revolucionarias


Retrato de San Martín, obra del pintor y masón Mario Argerich. Está basado en testimonios dejados por los contemporáneos del General y pesquisas históricas. 
Fuente de la fotografía: 
Revista Masónica Símbolo, Año XII, Nº 48, Buenos Aires, junio-septiembre de 1957, página 276.

"Existe la posibilidad de que algún historiador del porvenir con la ayuda de archivos secretos sudamericanos, pueda vincular de forma indiscutible a esos conspiradores con la telaraña gigantesca que Miranda estaba tejiendo en Londres".
Spence Robertson, citado por Canter.

1
Soy de la opinión del historiador, abogado y periodista Emilio Corbière, el cual sostiene que las Lautarinas eran logias operativas, o sea, nacidas para cumplir con un objetivo determinado, y luego disueltas. En este caso, lograr la emancipación del poder colonial español. Por otro lado, no hay que confundir la masonería operativa de la Edad Media con las logias operativas modernas, ya que estas últimas trabajan puntualmente sobre aspectos de la realidad social para transformarla. 

Dice Corbière: 

“¿Quién fue Lautaro? Fue un taller operativo masón. El error de muchos historiadores masónicos y antimasónicos es que no hablan de las logias operativas. Son eminentemente políticas. No son las logias de formación espiritual y cultural (...) A veces aparecen, en momentos excepcionales, logias operativas que se caracterizan por tener un solo objetivo político”. 
  
“La logia Lautaro tuvo un fin exclusivo: el cruce de los Andes. Había muchos planes para enfrentar al imperio español y derrotarlo. Uno de ellos era cruzar los Andes, tomar por la espalda, liberar la capitanía de Chile y seguir al Perú. El objetivo era no ir a la lucha frontal contra el poderoso ejército español que venía desde el norte, ya que no estaba preparada”. (1)

O como establece en su emblemático libro La masonería

Pág. 192:

“(...) Mientras las logias simbólicas funcionan como centros iniciáticos (en términos más sencillos de estudio y formación personal), las operativas son creadas con un fin y objeto determinado". 

"(...). Las logias operativas (...) desarrollan su actividad dentro de un período de tiempo determinado, cesando luego en su acción”.

Pág. 207:

“La masonería no es ajena a la realidad de su tiempo. No mira pasar los hechos sino que trata de influenciar en los mismos". 

"Pero esa participación masónica desde el siglo XIX se ha realizado a través de logias o talleres operativos cuya característica es la de tener una vigencia determinada en el tiempo, que se mide en relación con el cumplimiento del objetivo”. (2)

El general Tomás de Iriarte, miembro del círculo privilegiado de masones y altos jefes del ejército allegados a las logias o Sociedades Lautarinas y que también integró otra logia operativa creada por Alvear en Montevideo, la llamada Sociedad de los Caballeros Orientales, una sucedánea de las anteriores, disipa en sus Memorias cualquier duda sobre la filiación masónica de estas logias: 

Del capítulo II:

“Fue durante la navegación que tuvo lugar mi iniciación (...) esta ceremonia se celebró el veinticuatro de junio, día de San Juan (...) No se me ocurrió que a bordo hubiese una logia. Fui introducido en ella con todas las ceremonias rituales: el local era el camarote del segundo comandante (...), la hora las doce de la noche, todos dormían a no ser los centinelas que corrían la palabra: otro camarote estaba destinado a cuarto de reflexiones: cuando me desvendaron, después de prestar el juramento de orden no fue poca cosa mi sorpresa al verme rodeado de los que eran a bordo mis mejores amigos: todos con sus espadas desenvainadas y asestadas a mi corazón (...) Así éramos nueve los individuos que componíamos la sociedad (...) Esta había salido instalada desde Cádiz como las restantes (...)". (3)

 Cuando se refiere al segundo comandante, dice que su adquisición fue muy útil:

“(...) Porque como tenía autoridad a bordo le era fácil proporcionarnos los medios de reunión sin que esta se sospechase. Aquella noche se cerraron los trabajos celebrando un día tan clásico como lo es el de San Juan (...) con una cena abundante (...)”.

 “No tardé mucho en imponerme de la liturgia, palabras, signos y símbolos: quedé hecho cargo de la secretaría. Todos los miembros entonces existentes teníamos el título de fundadores: la sociedad se denominaba Logia Central de la Paz Americana del Sud". 

"El objeto de esta asociación, como más adelante se verá, era el de dar dirección a todos los asuntos públicos; y al efecto las adquisiciones que se hacían recaían siempre en personas de capacidad e influjo por su posición social, y más particularmente por su rango en el ejército, y que pertenecieran al partido liberal. En Cádiz existía otra compuesta de personas notables que iniciaba a los oficiales de ultramar que más sobresalían por sus principios liberales e ilustración. El partido liberal perseguido a muerte por Fernando pretendía de este modo formarse una nueva patria en América, si se veían obligados a abandonar la península para evitar los furores de aquel déspota sanguinario. Pero la sociedad en la que yo acababa de entrar era independiente de aquella aunque relacionada entre sí y con miras idénticas (...) Más adelante tuve ocasión para conocer todo el partido que el gobierno de Buenos Aires pudo sacar de la sociedad de la que acabo de hablar”.

Del capítulo XLI:

“Nuestra sociedad secreta de Montevideo incrementó de un modo considerable e hizo adquisiciones entre los hijos del país de más nota adictos a la causa de la independencia. Esta reunión tomó una nueva denominación, la de Caballeros Orientales: la mayor parte de los individuos del Cabildo fueron iniciados”.

Existen cartas de Carlos María de Alvear en las cuales expresa:
  
“Aquí he establecido una logia para servir de comunicación con Cádiz, Filadelfia y esa (se refiere a la de Caracas). Si Ud. no puede desde esa comunicarme lo que ocurra directamente a Buenos Aires, puede hacerlo por la vía de Londres (...)”.

En uno de sus artículos, la revista Símbolo publica:

"Según la tradición la logia de los Caballeros Racionales fue iniciada en Cádiz. Pero dado que (...) por las cartas del General Carlos de Alvear, la logia gaditana tenía el Nº 3, la de Caracas el No 4, y la fundada en 1811, en Londres, el No 7, es posible que las números 1 y 2 fuesen las de Bogotá (Colombia) y la de Filadelfia, respectivamente. Quedaría no obstante el interrogante sobre cuáles eran las que poseyeron los números 5 y 6. Posiblemente uno de esos números correspondiese a la de México". 

Parece que en Veracruz y en la Habana existían otras logias similares (Canter, 1942). 

2
Recuerdo la publicación del libro La tercera invasión, del abogado Juan Bautista Sejean, un libro polémico en la década de los 90 que sostenía que San Martín era un agente inglés, e indudablemente del volumen Maitland & San Martín de Rodolfo Terragno, también abogado, periodista, historiador, docente y político, donde se demuestra que efectivamente la ruta de liberación seguida por los patriotas ya estaba trazada en un plan diseñado por los británicos a fines del siglo XVIII.

Sostenía Sejean:

“(...) San Martín fue el sucesor de Beresford y de Whitelocke, o, para ser más preciso, el jefe de la tercera invasión inglesa del Río de la Plata”.

La revista Símbolo, órgano oficial de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, lo atacó duramente:

“La tesis central que Sejean expone consiste en afirmar que el largo proceso de emancipación hispanoamericana, y en particular de la Argentina, Chile y Perú, respondía a un elaborado Plan Continental de origen y al servicio inglés, ejecutado por mercenarios a su servicio en tierras americanas”. (4)

También señalaba:

“Sería sensato, sin embargo, reflexionar con seriedad sobre la confluencia estratégica entre el interés expansivo de la potencia inglesa y el afán independentista de los hombres de América y cómo, a partir de este hecho objetivo, fueron posibles algunos circunstanciales y específicos reconocimientos mutuos”.

En 1902, el semanario masónico Luz y Verdad sostenía sobre Beresford, que se reveló ante sus captores como masón:

“Después de la reconquista de Buenos Aires, Beresford, prisionero en los círculos sociales criollos que frecuentaba, habló más de una vez a los nativos de futura independencia”. (5)

Desde el año 1807 circulaban pasquines y mensajes inquietantes desfavorables al régimen español. Durante el año 1809 aumentó la preocupación del Cabildo por la reunión de facciones revoltosas y por la existencia de masones. La presencia de extranjeros resultaba inquietante, así como la difusión de las ideas revolucionarias francesas y su declarado afán de promover la libertad de todos los pueblos. La propaganda de Miranda también dio buenos resultados.

Una de las opiniones más difundidas es que los primeros talleres masónicos se debían a la ocupación inglesa de 1806, pero por aquella época se desconocía la existencia de una logia más antigua denominada San Juan de Jerusalén de la felicidad de esta parte de América, la cual contaba con algunos miembros pertenecientes a la aristocracia colonial, aunque su existencia fue puesta en jaque por las denuncias e investigaciones de las autoridades de la Corona española. Al respecto, resultaba crucial la fidelidad a los juramentos asumidos, y San Martín le responde al General Miller sobre Lautaro:

"No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires, estos son asuntos enteramente privados y aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América, no podría manifestarle sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos" (...) "A propósito de logias, sé a no dudar que estas sociedades se han multiplicado en el Perú, de un modo extraordinario".

Cita Canter que, en la logia Lautaro:

"Se guardó siempre la mayor reserva y jamás se permitió sacar copias de los estatutos, si no era en los casos de fundación de otras logias en los pueblos donde alcanzaba la influencia re-volucionaria. Siempre se ejerció la más severa disciplina y los miembros del gobierno eran los más sumisos observadores de sus reglamentos, a este vigor debió su gran prestigio y contuvo muchas veces el desborde de las pasiones y el espíritu anárquico que dominó en toda esa época en que la heroica Buenos Aires luchó no solamente contra el enemigo común, sino contra el repugnante desenfreno de las ambiciones personales".

En las relaciones y contactos mantenidos con personajes de la Corona Británica, sin duda confluyeron los intereses ideológicamente emancipadores de San Martín y otros patriotas y la más simple y práctica razón de los ingleses de mantener su poderío y superioridad marítima y posicionarse comercialmente en nuevos mercados emergentes donde podían colocar sus manufacturas.

Con respecto al volumen de Terragno (el cual tuvo acceso a los archivos europeos), este avala la teoría de que San Martín ejecutó el plan elaborado hacia 1800 por el General Thomas Maitland con total exactitud, o sea, partiendo de Buenos Aires luego de asegurar su control (sin duda a través de la logia Lautaro, sucedánea de las logias o Sociedades de Los Caballeros Racionales a las cuales también perteneció San Martín), asentándose en Mendoza y cruzando los Andes para liberar a Chile y después seguir hasta Perú con el mismo objetivo. (6)

San Martín pudo haber tenido acceso a este plan durante su estadía en Londres, en 1811, ciudad a la cual llegó después de pedir la baja del ejército español.

Sostiene Alcibíades Lappas:

“Ya en Buenos Aires los viajeros (Alvear, Zapiola, Chilavert, entre otros) se pusieron en contacto con el doctor Julián B. Álvarez, Venerable Maestro de la logia Independencia, quien los orientó en sus primeros pasos introduciéndolos en la sociedad porteña y facilitándoles los elementos que los ayudarían en la formación de la logia Lautaro, cuyo primer Venerable Maestro fue Alvear”. (7)

Señala Iriarte que en una época posterior es convocado a una reunión con Julián Álvarez por encargo del Director Pueyrredón, desconociendo que la misma estaba vinculada al hallazgo y recupero de un expediente elaborado por la Inquisición de Lima sobre las actividades masónicas en Perú:

"Me causó esto una gran alarma, porque Álvarez sabía yo, que era el Venerable de la pequeña logia, y a más de redactar la Gaceta, único periódico que entonces se redactaba en Buenos Aires, papel que no se ocupaba sino de ensalzar la administración y vilipendiar a sus enemigos, Álvarez desempeñaba el cargo de oficial mayor del ministerio de gobierno y en aquel momento (...) yo sospeché alguna delación (...)".

Pero le advierten:

"Es para tratar sobre la logia del Perú a que has pertenecido: no tengas cuidado y háblale con franqueza, porque Álvarez es también masón". 

En 1814 San Martín funda la logia Lautaro de Córdoba y luego la logia Lautaro de Mendoza. También funda la logia del Ejército de los Andes y, en 1822, la logia Paz y Perfecta Unión Nº 1 de Lima. Ya instalado en Europa y en pleno exilio, frecuentó diversas logias.

3
Dice Emilio Ocampo:

“La mayoría de los historiadores coinciden en que a fines del siglo XVIII el venezolano Francisco de Miranda fundó en Londres una logia masónica llamada La Gran Reunión Americana para conspirar a favor de la independencia de las colonias españolas. Esta logia, que supuestamente obedecía a la Gran Logia de Londres, luego se expandió en España tomando el nombre de Sociedad de los Caballeros Racionales. Casi todos los próceres de la independencia americana habrían pertenecido en algún momento a ella o a sus sucesoras” (8)

A semejanza de estas, San Martín y Alvear fundan en Buenos Aires la logia Lautaro para influir en los medios públicos, políticos y militares y concretar su objetivo: Lautaro aludía explícitamente al indio araucano que se opuso a la dominación extranjera y simbólicamente a la expedición a Chile.

Según Emilio Gouchón, que fuera Gran Maestre y Gran Comendador de una de las ramas de la masonería argentina a principios del siglo XX, adoptaron signos, fórmulas, grados (hasta cinco) y juramentos de tipo masónico.

Lautaro empezó como un Triángulo creado por Alvear, San Martín y Zapiola y los Hermanos, que así se llamaban entre ellos, utilizaban en su correspondencia el símbolo de la cadena de unión, abreviaturas y la firma acompañada por los tres puntos.

Sin duda eran masones, iniciados en logias como la de Cádiz, y a partir de estas, según lo expuesto por Iriarte, fueron montando una red de logias operativas en ciudades clave para servir a sus propósitos de emancipación colonial, aunque las divergencias de los estudiosos sobre la calidad masónica de estas logias y algunos de sus miembros, todavía persiste. Al respecto, el testimonio documental del general Tomás de Iriarte resultaría concluyente. (9)

Sobre las logias mencionadas no existen pruebas documentales de que hayan sido patrocinadas por la Gran Logia de Londres. Sobre este punto, y en respuesta a una carta del historiador antimasónico Patricio José Maguire, la Gran Logia Unida de Inglaterra lo desmintió en 1979.

No es de extrañar que la Gran Logia Unida de Inglaterra haya desmentido su apoyo a este tipo de logias y/o sociedades secretas políticas: estas no tenían por qué estar sujetas a las recientes estructuras y cuerpos colegiados instaurados a partir del siglo XVIII (ya que cualquier logia debidamente instalada es autónoma), aunque sin duda el gobierno inglés conocía muy bien su existencia y el movimiento de sus miembros, dada la calidad de sus redes de espionaje y los contactos establecidos por aquellos criollos en la capital cosmopolita.

Es menester también considerar la ley dictada en Inglaterra en 1799 suprimiendo las sociedades secretas a excepción de la masonería inglesa porque, sostiene sobre estas últimas, “sus reuniones han sido dirigidas en gran medida a actividades de caridad”. (10)

Hoy sabemos que las logias de la masonería moderna nacida en Inglaterra en 1717, o sea la Gran Logia de Londres, apodada de Los Modernos, y las de la Gran Logia de los Ancianos (1751), o Los Antiguos, tenían sus propios problemas y eran nidos de disputas y conspiraciones políticas, religiosas y de clase, rencillas a las que no fueron ajenas las Lautarinas, con sus propias particularidades. (11)

Uno de los principales canales de expansión de la masonería inglesa en el extranjero fue a través de sus logias militares, como ya ha sido harto demostrado en el caso de lo que actualmente es Estados Unidos y otras colonias de la época. 

Queda aún por establecerse la influencia efectiva de la masonería revolucionaria francesa en América, y el decisivo uso que de ella hizo Napoleón, por ejemplo, al colocar a su hermano en el trono de España y al ser proclamado este último Gran Maestre de la Orden en Francia. (12)

Si la masonería moderna surgida en el siglo XVIII se construyó a través de todo un siglo y más, quizá sea una exageración pretender que estas logias fueran algo más que el medio ideal de conspirar en una época donde no existían los partidos políticos o, fuera de la Iglesia y sus estructuras, entidades en las cuales pudieran juntarse a resguardo personajes de tanta influencia en el orden militar, social y de la vida pública.

Bibliografía, notas y fuentes citadas

(1) “En el auditorio de la Biblioteca del Congreso de la Nación, en la Cámara de Diputados, se realizó la exposición y seminario La masonería ante la historia. El historiador Emilio J. Corbière se refirió a las fábulas que se tejieron sobre esta organización”. Recorte de diario extraído de mis archivos, sin mención de fuente, con fecha del domingo 17 de diciembre de 2000.

O´Higgins le relató a Miranda la historia del indio araucano Lautaro y Corbiére coincide con Vicente Fidel López sobre el significado simbólico del nombre, aunque Juan Canter (1942, Las sociedades secretas, políticas y literarias 1810-1815), señala: "No concibo con qué fundamento López apunta que el significado de  Lautaro no correspondía al denominativo del cacique, sino a una palabra simbólica (...) que quería decir: Expedición a Chile".

La confusión de Canter en este punto quizá se debió a que no era masón y, por lo tanto, desconocía el valor simbólico que en la Orden se le otorgan a ciertas palabras.

(2) Corbière, Emilio J. (1998), La Masonería, política y sociedades secretas en la Argentina, Editorial Sudamericana. 

(3) Nuevamente Canter (1942, op. cit.):

"En Cádiz se había iniciado un próspero núcleo, con gran número de afiliados (...) En esta asociación, posiblemente filial mirandista, se habían afiliado San Martín, Alvear, Zapiola y el propio José Miguel Carrera" (político y militar chileno, prócer de la emancipación y destacado participante en las guerras de independencia). 

"Mas Cádiz, baluarte defensor contra los josefinos, se hallaba amenazada entre tanto tejer de intrigas dinásticas (...) Hasta se sospechaba de tratos con los afrancesados; ante tal peligro los americanos formaron sociedades secretas, para decidir sobre la suerte del nuevo continente. Al mismo tiempo proclamaban públicamente que si España sucumbía, las Américas serían libres para disponer de sus destinos". 

"En su propia casa (...) el teniente de carabineros reales, don Carlos de Alvear, había instalado un núcleo en el cual, según un testimonio de la época se reunía "la flor de los americanos" (...) Su finalidad era mirar por el bien de la América y de los americanos (...) San Martín mientras cumplía sus compromisos militares habría delegado en Alvear el enrolamiento de prosélitos y su iniciación".

"La iniciación exigía una sangría y además que el neófito penetrara con los ojos vendados. Golpes y fórmulas litúrgicas respondían a los llamados a la puerta del taller. Pasos y juramentos ante una espada completaban la iniciación".  

"Luego se le informaba de las señas para la individualización partidaria. Seña de conocimiento: la mano sobre la frente y luego la bajará a la barba, ante igual correspondencia, las palabras: Unión y beneficencia. Socorro en lance de guerra: Levantar tres dedos de la mano y decir: A mí los de Lautaro".

A los iniciados se les advertía:

"Esta Sociedad se llama de Caballeros Racionales, porque nada es más racional que mirar por su Patria y sus paisanos". 

(4) Símbolo, Revista de cultura y opinión, Año LI, Número 63, abril/mayo de 1998, en el Equinoccio de invierno, Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.

(5) Semanario masónico Luz y Verdad, Año 3, 27 de mayo de 1902, Núm. 109.

(6) Terragno, Rodolfo (1998), Maitland & San Martín, Universidad Nacional de Quilmes.

(7) Lappas, Alcibíades (1958), La Masonería argentina a través de sus hombres, Buenos Aires, e Iriarte, Tomás, Memorias, con prólogo de Enrique de Gandía, extractos de los capítulos II, XLI y XXXIII, cuyos textos fueron reproducidos en Verbum, Cuarta época, Año XV, Nº 24, Buenos Aires, octubre de 1949.

Martín Lazcano en Las sociedades secretas, políticas y masónicas en Buenos Aires (1927), da por cierta la versión de Francisco Guilló sobre la existencia de la logia Independencia, la vincula a Liniers y los franceses y la sitúa trabajando en los subterráneos y pasadizos que comunicaban la ciudad porteña, más precisamente en una cueva junto a un viejo caserón relacionado con una obra del clero. Sitios tenebrosos que utilizaban los contrabandistas de la época. Sin embargo, es contundente cuando señala que después de las invasiones inglesas ya no quedaban logias, excepto algunos de sus miembros dispersos de los cuales posiblemente se nutrió la Lautaro. Para Juan Canter la existencia de la pretendida logia Independencia no es convincente, pese a que Lazcano presentó como prueba un documento supuestamente emanado de un Gran Oriente de Versalles avalando su establecimiento en Buenos Aires. 

También dice:

"El contrabando se hallaba ampliamente organizado y si bien fue representación de la corrupción administrativa imperante, no puede negarse que fue fuente de progreso para la colonia. Volviendo a los subterráneos, nos permitimos agregar que las comunicaciones bajo tierra de los locales eclesiásticos han sido motivo de manifestaciones aventuradas. Acontece algo semejante con la pretendida red de las logias masónicas y de otras sociedades secretas".

En relación con logia San Juan de Jerusalén de la felicidad de esta parte de América y la causa fortuita por la cual se reveló su existencia, Canter cita extensamente a Juan María Gutiérrez en su obra de 1949, La aparición de la masonería en el Plata, Liberalis, Número 3, septiembre-octubre, y en Verbum, El primer conocimiento de la masonería en Buenos Aires, Cuarta época, Año XIII, N° 7, Buenos Aires, diciembre de 1947.

(8) Ocampo, Emilio, Inglaterra, la Masonería y la independencia de América, Todo es Historia Nº 463, págs. 6 y ss., febrero de 2006.

También señala el autor: 

"En Filadelfia y otras ciudades del Este de los Estados Unidos existía desde fines del siglo XVIII una sociedad patriótica denominada Sociedad de Tammany, que en ciertos aspectos era similar a la Sociedad de los Caballeros Racionales. Tammany era el nombre de un cacique de la tribu de iroqueses de Delaware que había negociado un tratado de paz con el cuáquero William Penn, uno de los primeros colonos ingleses y fundador de Pensilvania. Tammany era una especie de Lautaro norteamericano. A partir de 1813 la Sociedad de Tammany pasó a llamarse la Orden de los Hombres Rojos y aunque ninguno de sus miembros era piel roja, adoptaron una simbología y ritos nativistas. No se trataba de una logia masónica pero muchos de sus miembros eran masones (...). Su credo político no sólo era revolucionario y republicano (inspirado en las ideas de Thomas Paine) sino también ecuménico, lo que los llevó a apoyar con entusiasmo la Revolución Francesa. Este mismo ecumenismo también hizo que los Hombres Rojos apoyaran decididamente la independencia de las colonias españolas".

Sobre Miranda y Gran Reunión Americana, dice Canter (1942, op. cit.):

"Se sirvió del instrumento de una asociación secreta, para obtener una acción concertadora y perfeccionar la tarea revolucionaria. Tal fue el origen de la logia de los Caballeros Racionales o Gran Reunión Americana, comúnmente denominada logia Lautaro, con ciertos ribetes de sociedad de los iluminados y en el fondo un gran oriente".

"Lograba así un mayor sigilo y rápidos resultados en las decisiones. Sus miembros quedaron aherrojados por el compromiso del juramento. Una Comisión reservada estrechaba aún más el círculo y el secreto. A medida que el tiempo transcurría los afiliados fueron en aumento. Numerosos agentes mirandistas esparcidos por América se encargaron de extender los principios de la logia que se hallaban concretados en la independencia americana. A dichos efectos, se preocuparon de la difusión de obras de autores franceses como Voltaire y Rousseau que debían contribuir a crear el clima de la revolución".

"La logia mirandista no ha dejado constancias por escrito, no debió tener actas y a los efectos de la seguridad todo debió ser verbal, como ocurrió con la Lautaro argentina, de la cual se conoce un solo documento emanado de su seno; más una serie de testimonios no consienten dudas de su existencia".

Al igual que Lazcano, discrepa con Antonio Zuñiga (1922, La logia Lautaro y la independencia de América):

"No acierto con los fundamentos en que se asienta Zúñiga para sostener que tanto la Lautaro, los Caballeros Racionales y la Gran Reunión Americana, constituían tres talleres distintos que fueron el trípode sobre el cual se asentó la Gran Logia Regional Americana".

"Zúñiga un tanto aventuradamente ha expuesto que la logia mirandista adoptó el rito moderno francés, que aceptaba tres grados simbólicos: aprendiz, compañero y maestro y además dos superiores o dogmáticos: Rosa Cruz y Kadosch. Agrega después que la disposición de esos grados permitían trabajar en las altas cámaras a los adeptos. Más todo ello se hallaría en contradicción con lo asegurado por algunos testimonios dignos de ser considerados como el de O'Higgins, quien asegura que en la Gran Reunión Americana, existía una Comisión de lo Reservado". 

Coincide en este punto Lazcano (1927, op. cit.) cuando señala:

"O´Higgins nos dice en su trunca Memoria, que en la Gran Reunión Americana existía una Comisión de lo Reservado, en la cual se trataban los asuntos que, por secretos, no podían revelarse al común de la Gran Reunión".

También advierte Lazcano:

"Sin antecedente alguno que lo justifique, se ha dado en sustituir el Gran Reunión Americana por las denominaciones Gran Logia o Gran Oriente Americano. Corresponde, pues, demostrar que en Londres solo existió como sociedad americana y única directriz la conocida por Gran Reunión Americana y que subsistió hasta (...) 1810".  

Lazcano continúa: 

"Fundados en el error de la coexistencia en Londres en 1811 y 1812 de esa Gran Logia o Gran Oriente con pretendida jurisdicción sobre los Caballeros Racionales", según cita a Zuñiga, "la palabra semestral que regía tanto en las logias de Cádiz, Madrid, como en las de Buenos Aires, era enviada por el Gran Oriente de Londres". 

"Eso acusa una crasa ignorancia sobre la organización de esas sociedades en primer lugar; y en segundo, no teniendo la Gran Reunión Americana organización masónica, ni Miranda se dio el título de Gran Maestre, ni su comisión consultiva, (Comisión de lo Reservado, según O'Higgins), se atribuyó el de Supremo Consejo".

"La Gran Reunión Americana dentro de su finalidad: reclutamiento de hombres hábiles para la campaña libertadora de América, y por la educación netamente revolucionaria que infiltraba a los afiliados, no solo la alejaba de todo contacto ritualístico masónico, sino que se aproximaba en su proceso interno al usado por los Carbonarios, tanto en su organización como en el uso de algunos términos del léxico masónico".

También persiste la discusión sobre un supuesto quinto y último grado que, según afirma el general Zapiola, recibieron los patriotas en Londres en 1811.

Dice Lazcano:

"Las no justificadas denominaciones Gran Logia y Gran Oriente Americano y la teoría de los tres organismos independientes y distintos socialmente, han servido de fundamento para la pretendida subsistencia en Londres, en 1811, de un cuerpo mirandista que confiriera un último quinto grado a varios patriotas argentinos. (Declaración del General Zapiola, y aceptada por el General Mitre y otros)".

Para esa fecha, Miranda ya había partido hacia Venezuela junto con Bolívar. Lazcano niega cualquier proceso de iniciación masónica dentro de la Lautaro y la existencia de un quinto y último grado, ya que la sociedad instruía paulatinamente a sus afiliados en los fines que perseguía y los juramentos expuestos por el ex Gran Maestre y Soberano Gran Comendador Emilio Gouchón (1910, Organización masónica en la independencia de América) eran exclusivamente de tipo político-militar.  

Sostiene Lazcano: 

"El individuo se sometía moral y materialmente a las exigencias de acción, para la cual hubiera sido considerado apto. No había iniciación de más misterios que el que se desprendiera de las comisiones que se confiaran. No existía, por lo tanto, proceso de iniciación masónica". 

Sí existía una Comisión de lo Reservado, mencionada por O´Higgins, donde los más aptos y confiables accedían a los planes secretos.   

(9) Sostiene Canter (1942, op. cit.): 
 
"Se les asigna a todas las sociedades secretas americanas un linaje francmasón, lo que significa para mí un juicio falaz. Debemos distinguir congregaciones, sectas, fórmulas y ceremonias. Pudieron existir semejanzas de modalidades, régimen directivo, ceremonial, métodos propagativos, es decir, lo que podríamos denominar las formas externas, el ropaje, la técnica, más nunca una esencia ritual (...)".

"Incuestionablemente la masonería fue una base originaria que pudo hacer aflorar ideas y núcleos. No debemos olvidar que los intereses comerciales de los mercaderes y fabricantes de las ciudades de Liverpool y Birmingham se hallaban casi en manos de la masonería inglesa. Además Inglaterra había colocado representantes en casi todos los puertos de América, más o menos encubiertos que constituían verdaderos agentes a los efectos del contrabando, introducción de negros y operaciones en diversos ramos. Se explica el centro revolucionario de Cádiz, si nos atenemos a que en dicha ciudad los ingleses habían instalado la dirección de sus relaciones mercantiles con América, a base de un reglado contrabando de permisos, arribadas y concesiones. Las logias cunden y tienen sus focos principales en los puertos; entre los mercaderes y marineros prende fácilmente la masonería. Sus espíritus utilitarios los conduce a la indiferencia religiosa y los hace adaptables a las nuevas ideas. Por otra parte (...) los tratos con razas y países diferentes como la necesidad primordial de una ayuda, en las arribadas o entradas a puertos, los tornaba en campo fértil para la masonería". 

"La constitución de 1812 promulgada por la Cortes de Cádiz, fue la concreción de estos ideales, siendo durante muchos años el breviario de casi todo liberalismo, de algunas otras aspiraciones y hasta de ciertos carbonarios. Muchas sociedades secretas la tuvieron por pabellón, en los días angustiosos de la restauración del absolutismo".

Coincide y concluye también Lazcano:

"Cádiz, como puerto y plaza comercial por excelencia de España en aquel entonces, y por su situación puerta de salida y de entrada casi forzosa para los americanos, fue sitio elegido para el establecimiento de una logia, como la principal de España".

(10) Revista Información sobre Masonería y otras sociedades secretas, Año 1, 1981, Nº 3, Buenos Aires, Argentina.

(11) Revista Información sobre Masonería y otras sociedades secretas, 4º edición, Año 1, 1981, Nº 2, Buenos Aires, Argentina. Cito sobre “Ley para la más efectiva supresión de sociedades establecidas con propósitos de sedición o traición, y para la mejor prevención de prácticas de traición y sedición”.

Dice el art. I:

“Visto que traicioneras conspiraciones se han ido desarrollando en combinación con personas relacionadas con el Gobierno de Francia, con el objeto de conculcar las leyes y al gobierno (...) y desde el momento en que en persecución de dicho designio, diversas sociedades han ido siendo establecidas desde hace años, de naturaleza peligrosa y contraria a la tranquilidad pública (...) y teniendo en cuenta que los miembros de las mencionadas sociedades han prestado juramento y adquirido compromisos de fidelidad y secreta reserva, usando signos secretos de reconocimiento (...) con el objeto de mantener influencias sobre amplios grupos de personas (...) y considerando que es necesario que dichas sociedades, y todas las sociedades de similar naturaleza, deben ser enérgicamente suprimidas por constituir combinaciones y confederaciones ilegales”.

(12) La masonería ejerció una gran influencia en la revolución francesa, en su expansión y en la lucha contra la tradición política y religiosa. Napoleón reorganizó la masonería y permitió el funcionamiento de las logias, pero con restricciones, dice Canter (1942, op. cit.); y agrega: "Estas eran controladas por medio de elementos de confianza y funcionarios especialmente destacados del servicio secreto", por ejemplo, Fouché. Resulta que la masonería "en la época de la invasión era un caos" y "se había extendido como cáncer entre los oficiales del ejército, que fundaron logias en los regimientos". 

En cuanto a España y sus colonias, sostiene el autor en algunos pasaje de su obra:

"Napoleón se había ocupado personalmente de la organización del nuevo reino en el afán de lograr no solo la metrópoli, sino sus colonias de América y Asia. Se ocupó hasta de las propias autoridades y confirmó a Liniers en el cargo de virrey del Río de la Plata. Persiguiendo su política contra Inglaterra quería asegurar el continente americano, antes que sus rivales los ingleses llevaran a cabo cualquier intentona". 

"Napoleón (...) había enviado a la América española agentes para ganarse la buena voluntad de dichas regiones. Quiere decir que existía un plan madurado (...) Además una serie de emisarios y comisionados secretos napoleónicos llegaron a América (...) los cuales en ciertas partes fueron elementos iniciadores de agrupaciones y centros revolucionarios". 

Luego: 

"La invasión francesa redobló el espíritu liberal español y esparció las sociedades secretas en la península (...) Estas sociedades y logias francesas habían pretendido reclutar prosélitos en América (...) Ser de la masonería al comienzo de la invasión (...) era una semiprueba de adhesión a la causa de los franceses. Estos protegían y extendían las logias en los lugares ocupados por sus tropas".

 Anexo documental 


General José de San Martín. Grabado de R. Cooper, Londres, 1821.
Fuente de la fotografía: 
San Martín y la logia Lautaro, Ricardo Piccirilli, Museo Histórico Nacional, Serie II, N° 16, 1958.


Disposición del Triángulo base de la logia Lautaro creada en Buenos Aires por San Martín, Alvear y Zapiola. Esta disposición fue aceptada y publicada por el Gran Oriente Federal Argentino-GOFA y por Augusto Barcia Trelles en su obra: San Martín, Venerable; Alvear, Orador, y Zapiola, Secretario.

Años después, Alcibíades Lappas, y luego Emilio J. Corbière, entre otros autores, le atribuyen la Veneratura a Alvear. Esto basándose en las encuestas de Bartolomé Mitre al ya muy anciano y enfermo General Zapiola.

En esta cuestión no se pueden soslayar las disputas entre San Martín y Alvear, y la división de lealtades en las cuales este asunto derivó, concluyendo con la disolución de la primera Lautaro en 1815.

Al respecto, resulta interesante la carta del General uruguayo Enrique Martínez, muy allegado a todos ellos, que en una carta de 1853 deja constancia de que Pueyrredón fue rechazado varias veces de la logia porteña, y que solo después del apoyo que le prestó San Martín para asumir como Director Supremo, Pueyrredón es aceptado en la nueva logia reestructurada.

Dice la carta que la sociedad masónica

"(...) Fue preparando la revolución del año 1810, para lo que atrajo a su seno la mayor parte de los jefes que mandaban cuerpo, y todo siguió su dirección hasta el año 1812, en que llegaron de Europa San Martín, Alvear, Zapiola, Chilavert, que traían encargo de establecer la Sociedad de los Caballeros Racionales, cuya fundación había sido hecha en Santa Fe de Bogotá. Esta Sociedad tenía el solo objeto de promover la independencia de todas las secciones de la América española, y unirse de un modo fuerte para repeler la Europa, en caso de ataque. A esta Sociedad (que en realidad en Buenos Aires se la conoce como logia Lautaro) se incorporaron todos los masones, y toda la parte civil, militar, eclesiástica y el comercio, y se ramificó con tal velocidad que ya nada se hacía en las provincias sin que fuese acuerdo de ella. Mas era preciso que sobreviniera un mal por pretensiones y así sucedió. Alvear quiso andar más adelante y pidió se le dejase hacer, después quiso también marchar al Perú y ese fue un tropiezo que trajo un desquicio, y la Sociedad suspendió sus trabajos, por haberse desbaratado. San Martín que era el Venerable, y no estaba en Buenos Aires (en aquel momento se hallaba en Mendoza), (...) volvió a reorganizar a la Sociedad. Esta hizo que se reuniese el Congreso de Tucumán, y declarase la Independencia, y nombró a Pueyrredón, Director, mas este no pertenecía a la Sociedad y en Buenos Aires no querían recibirlo. Entonces fue San Martín a Córdoba y en ese punto consiguió que Pueyrredón se incorporase a la Sociedad y fue reconocido. Es entonces que se ejecutaron inmensos trabajos para asegurar la independencia, y entre otros se hizo la expedición a Chile; pero sobrevino la re-volución del año 20, y la Sociedad se concluyó, pero se conservó en Chile hasta la caída del Venerable O'Higgins (...)".

Fuente: Revista Histórica publicada por el Archivo y Museo Histórico Nacional (Uruguay), Tomo V, 1er. Trimestre de 1912, № 15, páginas 255-259. Publica la carta del General Martínez, que también fue reproducida por la revista Símbolo, Año XXIV, junio de 1970, Nos. 71 y 72, páginas 186-192, texto incluido en el artículo San Martín, el hombre de las Logias.


Para los festejos del Centenario de Mayo, la revista masónica La Cadena de Unión, en su ejemplar del Año XVIII, Época 2, Buenos Aires, junio-julio de 1910, publicará el ensayo La organización masónica en la independencia americana, extenso artículo de Emilio Gouchón, Gran Maestro y Soberano Gran Comendador de un sector de las diversas masonerías de la época.

El texto también es reproducido por la popular revista Caras y Caretas, pero en una edición ilustrada. Sin duda el dibujante era muy hábil para captar detalles y seguir indicaciones o era simplemente masón, ya que dibujó con notable precisión a distintos masones con sus característicos signos y toques.


El cuadro que colgaba en el Templo mayor del Gran Oriente Federal Argentino-GOFA en 1936 representa a los componentes de la primera logia Lautaro en 1812 y tenía 5 metros de largo por 3 de alto.

Dicho cuadro fue reproducido por la Revista Verbum en 1936, Año II, No 19, 1º de marzo de aquel año.

El General San Martín preside la logia, a su izquierda Carlos de Alvear, y a su derecha Bernardo de Monteagudo. Entre los demás se notan a Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Dorrego, Antonio Balcarce, José Moldes, Manuel Moreno, Gervasio Antonio de Posadas, Matías Zapiola y Tomás Guido. Además formaron parte de la logia Juan Larrea, Hipólito Vieytes, Antonio Álvarez Jonte, Vicente López y Planes, Toribio y Manuel de Luzuriaga, Vicente Chilavert, Valentín Gómez, José Julián Pérez, Prudencio Murguiondo, Ventura Vázquez, Salvador Cornet, Nicolás Herrera, Juan Zufriategui, Domingo Francisco Matheu, Ramón Eduardo de Anchoris, Agustín Donado, Juan Ramón Rojas, Francisco Ugarteche y Manuel Pinto.

El listado varía y puede ser más abultado según los distintos autores. Ricardo Carrasco aumentó significativamente la nómina en 1939 (Memoria, Gran Logia dela Masonería Argentina del Rito Escocés Antiguo y Aceptado) y le atribuyó a los patriotas la creación de una Gran Logia de Buenos Aires en 1812 y, a partir de 1820, una Gran Logia de los Caballeros de América, cayendo en el error ya señalado por Lazcano en las notas y comentarios críticos.


Versión de la logia Lautaro, ilustración publicada por la revista Caras y Caretas en 1910 y que también reprodujo el artículo de Gouchón.