La violencia, junto a los actos propagandísticos que la complementan,
son las señas de identidad más destacadas del terrorismo que busca impactar en
el imaginario colectivo, intimidar a la sociedad y forzar reacciones políticas
en pos de sus objetivos. La propaganda, el uso y manejo de la información, la
desinformación, las falsas noticias (“fake news”), su tergiversación o
manipulación y la actualmente llamada pos-verdad son temas inevitables en el
actual contexto global de convivencia con las denominadas amenazas híbridas y
los conflictos bélicos específicos, regionales y asimétricos. Los ejemplos y matices
son inabarcables ante este panorama de intervenciones militares y difusión
noticiosa intencionalmente falseada cuyo objetivo es sembrar la duda y dividir
a la sociedad a través de las distintas técnicas de persuasión.
Se aborda también el retorno del fundamentalismo monoteísta desde fines
del siglo XX, cuyos puntos de inflexión pueden situarse en la Guerra de los
Seis Días (1967), donde los grupos ortodoxos judíos acentúan su influencia y
poder en Israel, luego de su victoria contra la coalición árabe. En otra
instancia, el advenimiento de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos,
la Nueva Derecha Cristiana de Pat Robertson y la elección de Carol Wojtyla como
reacción al Concilio Vaticano II y el “aggiornamento” de la Iglesia, así como
la aplicación de las ideas de Brzezinski y su teoría del “caos constructivo”,
que en Medio Oriente provocará la desestabilización y violencia en toda la
región, en desmedro de las aspiraciones hegemónicas de las potencias locales.
Por último, los atentados del 11-S a las Torres Gemelas de Nueva York, que
habilitó al gobierno de George Bush hijo a declarar, a partir de una visión
geoestratégica mesiánica de raigambre populista, la “guerra total contra el
terrorismo global” y, en un viraje totalitario, anular garantías
constitucionales y dictar la Ley Patriótica, políticas a las que se opondrá una
mayor radicalización yihadista suní a partir del surgimiento del Estado
Islámico.
Como trasfondo, se aborda la adopción del símbolo por las élites y la paulatina transformación de aquel en dogma a través de diversas etapas y procesos históricos. La instrumentación del uso del poder, el secreto y la desinformación por medio del lenguaje simbólico. Como señala Corn, hay una utilización de lo religioso como recurso redituable para el control interno de la población. Aspectos del enfrentamiento entre sociedad secular, neo-paganismo e Iglesia. Sus implicaciones sociales canalizadas por medio del laicismo y el sentido de la religiosidad en los distintos ámbitos de la cultura (cine, arte), los medios de difusión, la política y las instituciones.
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